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miércoles, 23 de mayo de 2012

Capitulo 2


Capitulo 2
Atalanta acababa de terminar de arreglar su cuarto y preparar su bolsa cuando los abuelos entraban chillando. En la puerta del baño encontró a Sky riéndose como loco.
-El primo –Explicó Sky –El muy idiota, que sea clavado un anzuelo en el culo mientras intentaba lanzar el hilo.
-¿Cómo? Bueno ¿Estás bien? –Atalanta trataba de parecer seria delante de su hermano pequeño.
-Se ha hecho un buen desgarrón en el pompis –Sky se agarraba la tripa al tiempo que le llegaba un nuevo ataque de risa –Si le hubieras visto chillando mientras le colgaba un pez de goma del…
La chica puso los ojos en blanco y aceleró el paso, deseaba salir fuera para poder reírse abiertamente. Ya estaba casi en la puerta cuando se chocó con el abuelo que llevaba un apósito en la mano.
-¿sales?-Atalanta asintió -¿Y a donde le tengo que decir a tu madre que vas?
-Nada tu dile que he quedado con unas amigas –Los dos se quedaron en silencio “¿Dónde vas a estar realmente?” –Voy a hacer unas fotos, os cojo el barco
-Ya, ¿NO te tenía prohibido navegar tu sola?
-¡Me quema! ¡Abuela me quema el culo! –El primo chillaba mientras a lo lejos se oían las risas de su gemelo y Sky
-Sádicos… -Gruñó
Pásatelo bien –Respondió el abuelo poniendo cara de circunstancias
-Como vosotros fijo que no –Sentía que los ojos se le llenaban de lagrimas por culpa de la risa contenida –Creía que la pesca era un deporte aburrido sin riesgos.
-No me tires de la lengua… -Tras esto los dos se echaron a reír.
Atalanta salió afuera, tenía pensado irse a pasar el día en la playa ella sola. Allí podría haberse ido a impresionar a los de equipo de Waterpolo con sus habilidades para la natación. Era realmente rápida nadando, en su club de Atenas era de las mejores. Al principio se la cuestionó mucho porque no era la tabla etérea y minúscula que solían ser las mejores nadadoras. En unas semanas se volvió realmente respetada aunque para el resto de deportes no era nada destacable.
De todas formas ahora podía contar con el barquito de vela de sus abuelos. En la playa siempre se podía cruzar con alguno del pueblo que le sacase el tema de Sofía o el de Penélope Vargelis. Decidió pasar el día ella sola en la isla.
Recordaba con cariño el primer día que vio su isla. Fue la primera mañana que estrenó su nuevo cuarto. El sol iluminaba aquel minúsculo puntito y ella no paró hasta encontrarla. Por más que preguntaba nadie sabía de qué le hablaba. Continuamente trató de llegar hasta ella con el barco, pero no lo consiguió hasta que trató de llegar a ella a nado durante el verano y tras varios intentos.
Desde el momento que la pisó por primera vez se enamoró de ella. Todo el borde de la isla era playa, pero costaba acceder a ella porque todo lo que la rodeaba era piedra. Solo había un pequeño puerto natural donde se podía amarrar el barco. Por toda la isla había árboles de toda clase, era como una selva tropical en el mediterráneo; con olivos al lado de imponentes palmeras. En el centro de la isla se situaban unas ruinas de una antigua casa griega. Al comienzo había un porche con columnas en perfecto estado y un panteón cubierto por la maleza. Más adelante había una especie de hall que daba a tres estancias más. Otra era una sala grande que supuso, habría pertenecido al servicio de la casa, la ultima era un gran salón. En el centro destacaba una mesa de madera podrida y varios jarrones con flores secas. Dese el salón se llegaba a otro cuarto con cortinas gastadas y un par de baúles en muy buen estado. Al final de la casa había una cocinilla con una despensa llena de frascos con polvos y líquidos de colores.
En la cocinase encontraba una pequeña puerta que daba a un enorme huerto. El patio era la mayor maravilla que Atalanta había visto jamás. Por todas partes había árboles frutales de todo tipo  flores (algunas ya secas) de mil olores que lo adornaba todo con sus colores y su frescura. Todo el recinto estaba amurallado con paredes decoradas por mosaicos. En el centro, junto a un pequeño pozo, se extendía la mayor mimosa que nadie pudiese imaginar jamás. En primavera las flores caían al suelo creando una alfombra de suaves copos amarillos. Por último oculta por la maleza, con la puerta casi destrozada por los años, estaba un pequeño aseo con una especie de bañera de piedra y una letrina. Dentro del propio baño había una palanca para bombear agua manualmente.
Atalanta se pasó el día explorando los alrededores. Cerca de las ruinas fluía un pequeño riachuelo que empezaba con un lago bastante aceptable. Al lado de este había una colina con una especie de cáliz de piedra destrozada por el tiempo, la lluvia y los insectos.
Nunca le había contado a nadie su descubrimiento, de hecho nadie parecía percatarse de que aquello estaba allí. Los barcos la bordeaban sin verla y lo mismo ocurría con los nadadores. Así Atalanta la tomó como suya. Con el barco de vela llevó todo tipo de objetos: Latas de conserva, un colchón viejo, mesas y sillas plegables, toallas, varias sabanas, cortinas, cubos, etc. Incluso llevó una parea de sillones viejos que encontró en el desván. Por último instaló un motorcito que bombeaba agua desde el pozo y compró unas pequeñas baterías eléctricas que se recargaban con luz solar (aunque no duraban mucho)
Al final la isla se convirtió en el refugio ideal, con comida, ropa y útiles para estar bien como durante varios meses. La playa siempre estaba llena de conchas o estrellas de mar que las olas arrastraban.
El barco de vela dio una sacudida y Atalanta dejó de soñar despierta zarpando mar a dentro mientras a lo lejos se oía al primo chillar. Se olvidaron por completo de los restos del barco y comenzaron a nadar a por ella.

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