Capitulo 2
Atalanta
acababa de terminar de arreglar su cuarto y preparar su bolsa cuando los
abuelos entraban chillando. En la puerta del baño encontró a Sky riéndose como
loco.
-El primo
–Explicó Sky –El muy idiota, que sea clavado un anzuelo en el culo mientras
intentaba lanzar el hilo.
-¿Cómo?
Bueno ¿Estás bien? –Atalanta trataba de parecer seria delante de su hermano
pequeño.
-Se ha hecho
un buen desgarrón en el pompis –Sky se agarraba la tripa al tiempo que le
llegaba un nuevo ataque de risa –Si le hubieras visto chillando mientras le
colgaba un pez de goma del…
La chica
puso los ojos en blanco y aceleró el paso, deseaba salir fuera para poder
reírse abiertamente. Ya estaba casi en la puerta cuando se chocó con el abuelo
que llevaba un apósito en la mano.
-¿sales?-Atalanta
asintió -¿Y a donde le tengo que decir a tu madre que vas?
-Nada tu
dile que he quedado con unas amigas –Los dos se quedaron en silencio “¿Dónde
vas a estar realmente?” –Voy a hacer unas fotos, os cojo el barco
-Ya, ¿NO te
tenía prohibido navegar tu sola?
-¡Me quema!
¡Abuela me quema el culo! –El primo chillaba mientras a lo lejos se oían las
risas de su gemelo y Sky
-Sádicos…
-Gruñó
Pásatelo
bien –Respondió el abuelo poniendo cara de circunstancias
-Como
vosotros fijo que no –Sentía que los ojos se le llenaban de lagrimas por culpa
de la risa contenida –Creía que la pesca era un deporte aburrido sin riesgos.
-No me tires
de la lengua… -Tras esto los dos se echaron a reír.
Atalanta
salió afuera, tenía pensado irse a pasar el día en la playa ella sola. Allí
podría haberse ido a impresionar a los de equipo de Waterpolo con sus
habilidades para la natación. Era realmente rápida nadando, en su club de
Atenas era de las mejores. Al principio se la cuestionó mucho porque no era la
tabla etérea y minúscula que solían ser las mejores nadadoras. En unas semanas
se volvió realmente respetada aunque para el resto de deportes no era nada
destacable.
De todas
formas ahora podía contar con el barquito de vela de sus abuelos. En la playa
siempre se podía cruzar con alguno del pueblo que le sacase el tema de Sofía o
el de Penélope Vargelis. Decidió pasar el día ella sola en la isla.
Recordaba
con cariño el primer día que vio su isla. Fue la primera mañana que estrenó su
nuevo cuarto. El sol iluminaba aquel minúsculo puntito y ella no paró hasta
encontrarla. Por más que preguntaba nadie sabía de qué le hablaba.
Continuamente trató de llegar hasta ella con el barco, pero no lo consiguió
hasta que trató de llegar a ella a nado durante el verano y tras varios
intentos.
Desde el
momento que la pisó por primera vez se enamoró de ella. Todo el borde de la
isla era playa, pero costaba acceder a ella porque todo lo que la rodeaba era
piedra. Solo había un pequeño puerto natural donde se podía amarrar el barco.
Por toda la isla había árboles de toda clase, era como una selva tropical en el
mediterráneo; con olivos al lado de imponentes palmeras. En el centro de la isla
se situaban unas ruinas de una antigua casa griega. Al comienzo había un porche
con columnas en perfecto estado y un panteón cubierto por la maleza. Más adelante
había una especie de hall que daba a tres estancias más. Otra era una sala
grande que supuso, habría pertenecido al servicio de la casa, la ultima era un
gran salón. En el centro destacaba una mesa de madera podrida y varios jarrones
con flores secas. Dese el salón se llegaba a otro cuarto con cortinas gastadas
y un par de baúles en muy buen estado. Al final de la casa había una cocinilla
con una despensa llena de frascos con polvos y líquidos de colores.
En la
cocinase encontraba una pequeña puerta que daba a un enorme huerto. El patio
era la mayor maravilla que Atalanta había visto jamás. Por todas partes había
árboles frutales de todo tipo flores
(algunas ya secas) de mil olores que lo adornaba todo con sus colores y su
frescura. Todo el recinto estaba amurallado con paredes decoradas por mosaicos.
En el centro, junto a un pequeño pozo, se extendía la mayor mimosa que nadie
pudiese imaginar jamás. En primavera las flores caían al suelo creando una
alfombra de suaves copos amarillos. Por último oculta por la maleza, con la
puerta casi destrozada por los años, estaba un pequeño aseo con una especie de
bañera de piedra y una letrina. Dentro del propio baño había una palanca para
bombear agua manualmente.
Atalanta se
pasó el día explorando los alrededores. Cerca de las ruinas fluía un pequeño
riachuelo que empezaba con un lago bastante aceptable. Al lado de este había
una colina con una especie de cáliz de piedra destrozada por el tiempo, la
lluvia y los insectos.
Nunca le
había contado a nadie su descubrimiento, de hecho nadie parecía percatarse de
que aquello estaba allí. Los barcos la bordeaban sin verla y lo mismo ocurría
con los nadadores. Así Atalanta la tomó como suya. Con el barco de vela llevó
todo tipo de objetos: Latas de conserva, un colchón viejo, mesas y sillas
plegables, toallas, varias sabanas, cortinas, cubos, etc. Incluso llevó una
parea de sillones viejos que encontró en el desván. Por último instaló un
motorcito que bombeaba agua desde el pozo y compró unas pequeñas baterías
eléctricas que se recargaban con luz solar (aunque no duraban mucho)
Al final la
isla se convirtió en el refugio ideal, con comida, ropa y útiles para estar
bien como durante varios meses. La playa siempre estaba llena de conchas o
estrellas de mar que las olas arrastraban.
El barco de
vela dio una sacudida y Atalanta dejó de soñar despierta zarpando mar a dentro
mientras a lo lejos se oía al primo chillar. Se olvidaron por completo de los
restos del barco y comenzaron a nadar a por ella.
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